Feminismo y lenguaje
Teresa Barro
A las elites que
se apoderaron del mundo les viene muy bien que se cultiven las apariencias y se
desatienda el fondo de los problemas. Lo
que quieren es que, en vez de haber una educación y enseñanza que independicen,
se inculque la dependencia eterna y la ignorancia bajo apariencia de lo
contrario, y que la retórica del cuidado y la sostenibilidad ambiental sirva
para hacer grandes negocios que no lo parezcan. Lo mismo ocurre con el feminismo: la
¨igualdad¨ feminista sirve casi siempre
para que todo quede en una cuestión de lenguaje políticamente correcto, aunque
sea incorrecto desde el punto de vista gramatical, incoherente, molesto, favorezca
el machismo y estropee el idioma.
¿Es feminista
decir las ministras y los ministros, la jueza y la fiscala? ¿Traerá eso más
justicia para las mujeres, o potenciará el machismo y la supremacía de lo
masculino? Confundir el género
gramatical, que nada tiene que ver con el sexo, con ese ¨género¨ que surgió como
eufemismo, para no tener que hablar de sexo y de mujeres, en un país cuyo
idioma, el inglés, no tiene género gramatical, siembra doblez y disimulo, y
hace parecer conquista feminista lo que no es más que servilismo y aceptación
de la supremacía de lo masculino sobre lo femenino y del mundo machista. Dado
que no hay el juezo ni el fiscalo, tampoco tiene que haber la jueza ni la
fiscala. Basta con usar el artículo
según sea varón o mujer: el juez y el fiscal, o la juez y la fiscal. El español no es un idioma más machista que el
inglés: el inglés no tiene género gramatical, el español tiene dos géneros, el
alemán tres y hay lenguas que tienen varios. Una sociedad de lengua inglesa puede ser más
machista que las de lenguas con género gramatical, porque una cosa no tiene que
ver con la otra. Si habrá que decir las
madrileñas y los madrileños para que las mujeres adquieran existencia,
estaremos a merced de quien quiera otorgales esa existencia o negársela, cuando
siempre estuvo muy claro que los madrileños son mujeres y hombres y que si
queremos referirnos únicamente a los varones tenemos que especificar y decir
los madrileños varones.
No parece
molestar, en cambio, que en España haya pasado a ser de uso corriente y casi
único un lenguaje grosero, típico de machos de bajos fondos, en el que se hace
referencia constante al órgano sexual masculino como fuente de poder y a la
puta o, peor aún, a los hijos de una puta. Ese lenguaje responde a la visión de
la mujer como posible prostituta siempre, la mujer como instrumento de placer
para el hombre, que responde a sus fantasías y le hace creer que le encanta que
la use, la maltrate y la desprecie; la mujer deshumanizada, cuya misión en esta
vida es hacer lo que los hombres quieran, la mujer como tentación de un momento,
que se anula reduciéndola a carne y mercancía o matándola. Lo peor que puede
pasar, según ese lenguaje y esa visión del mundo, es ser ¨hijo de puta¨. El
nivel de la puta es tan bajo que un hombre, haga lo que haga, no podría caer en
él; es solo para mujeres, y se
sobreentiende, en esa visión del mundo, que a toda mujer se le puede obligar a
serlo y que si no se hace con todas es porque hacen falta algunas ¨decentes¨
para formar la familia patriarcal. En
estos momentos en que la trata de mujeres para dedicarlas a la prostitución es
uno de los negocios más infames y que más dinero dan, junto con las drogas, las
armas y la esclavitud, usar ese lenguaje es aceptar la desigualdad primordial
entre hombres y mujeres y la visión machista del varón como ser supremo y de la
mujer como esclava para satisfacer sus caprichos.
El feminismo
tendría que luchar contra esas dos usos dañinos de la lengua, el lenguaje del
duplicado de género que niega la existencia de las mujeres hasta que se les
nombra de forma explícita usando el género gramatical femenino, y el centrado
en la supremacía de una sexualidad masculina manejada por el patriarcado para
imponer jerarquía nata y el derecho a esclavizar. Aunque uno de ellos se use ahora en nombre de
la igualdad, los dos propician el machismo, la adoración fálica, la superioridad
e inferioridad nata y el que las mujeres tengan que aceptar e imitar el modelo
impuesto por el patriarcado.
Junio de 2018
Lúcida y actualísima,sra Teresa. Por favor indíqueme cómo ponerme en contacto con usted vía correo electrónico en relación a un proyecto sobre un título suyo publicado en Xerais hace unos años. Mi nombre es Elena Feito y mi correo es: em. feito@gmail.com
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