Trabajo y libertad

Teresa Barro

La falta de trabajo fue siempre un gran instrumento de las oligarquías  para sembrar miedo y obtener sometimiento y reverencia, pero no puede haber democracia sin libertad y no puede haber libertad sin trabajo.

Las dos grandes ideologías políticas del siglo pasado, el comunismo y el capitalismo, adoptaron actitudes extremas en cuanto a si la fuente de todo trabajo debía ser estatal o privada, pero, al final, lo que tan opuesto parecía tuvo los mismos resultados.   El mundo capitalista se fue pareciendo cada vez más al comunista y el comunista al capitalista porque los dos estuvieron manejados por oligarquías que se valieron de dogmas y promesas de felicidad eterna para que no pudiese haber trabajo de verdad y dependiese de ellas conseguir el poco que hubiera. 

La derecha y la izquierda políticas tendrían que revisar su actitud hacia el trabajo y dejar a un lado los dogmas y las beaterías.   Lo más importante para cualquier país es que haya trabajo para todos y en España forma parte del sistema que no lo haya y hasta que no se respete ni entienda la idea.   El sistema que se impuso  siglos atrás hizo que la única manera posible de tener trabajo y una vida decente fuese recibir un sueldo o una subvención del Estado, y eso dio poder inmenso a los que podían ¨colocar¨, entre los que estaba la oligarquía eclesiástica.  Costear ese sistema fue siempre una carga inmensa para el Estado español e impidió que la economía funcionase. Creó también una actitud pasiva y un esperar el milagro y que la providencia se encargase de que alguien lo pagase todo.   No se quiere entender que un país necesita ganarse la vida y que para que haya dinero y trabajo tiene que haber industria de todos los tamaños, aunque eso suene a ¨protestante¨.    El goce del trabajo en sí es desconocido  y no se echa de menos, porque forma parte del sistema que el trabajo de verdad sea despreciado e incomprendido.   El resultado lógico es que en España, gobierne quien gobierne, nunca cambia nada de fondo y no hay evolución.

Cuanto peor funcionan los países y menos libertad hay para todos, más poder tienen unos pocos.  Por eso las oligarquías tratarán de ocultar la conexión ineludible que existe entre falta de trabajo, miedo, dictadura y corrupción, y también entre trabajo, libertad, honradez y democracia.

Marzo de 2016


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