Guerra, paz y patriarcado

Teresa Barro

El patriarcado insertó injusticia y tiranía en la sociedad valiéndose de la familia y falsificando religiones.  La familia patriarcal sirvió de base para implantar grandes injusticias, como la de que las mujeres fuesen inferiores a los varones y los hijos propiedad de los padres, y para enseñar a someterse a la autoridad ¨divina¨ de una elite de patriarcas con mando absoluto sobre los demás.  Y donde funciona a estas alturas  el patriarcado con más brutalidad y menos disimulo es en la política internacional.  En ese ámbito no se cuestiona  lo que hacen las autoridades.  Se revisten con doctrinas  de inevitabilidad y, en el fondo, mando de los dioses, los atropellos y abusos que se cometen y las guerras que se arman para que las elites sigan repartiéndose el mundo y acumulando poder y riqueza  como siempre lo hicieron.

Poco a poco y con grandísimo esfuerzo se fue debilitando el autoritarismo del patriarcado en las familias, las relaciones entre mujeres y hombres y la relación entre hijos y padres, y también en el gobierno de las naciones con la introducción de formas democráticas de organizarse, pero la política internacional no se democratizó ni civilizó y funciona según las normas del patriarcado más feroz.  Los patriarcas internacionales pueden actuar de la forma más tiránica posible e invocar las doctrinas y creencias más incoherentes con la misma impunidad con que lo hacían en tiempos pasados los patriarcas de las familias y lo siguen haciendo en las sociedades más atrasadas.  Se acepta que los patriarcas que actúan en el ámbito internacional tengan derechos que en los países democráticos ya no tendrían en el ámbito nacional, y de ahí viene que sea tan fácil armar guerras, por absurdas que sean.  Las guerras de ahora se hacen fuera de los países que las arman  y no tienen ni que atenerse al derecho internacional que, con mucho trabajo, se había conseguido que se aplicase a la guerra para por lo menos poner algún orden en el caos.  Estas nuevas guerras ni siquiera se declaran y no empiezan como tales, sino envueltas en un falso manto de altruismo y liberación.  Se hacen cruzadas contra el mal, como si se pudiese corregir la tiranía tiranizando y las matanzas matando.

En vez de haberse seguido la corriente de adelanto y civilización que hizo que en las familias y las naciones se corrigiesen muchas de las injusticias que el patriarcado impone, en la política internacional se hizo lo contrario y se ahincó con más fuerza el derecho a privar de libertad e imponer injusticia propio del patriarcado.  Eso lleva a que se puedan cercenar las libertades conseguidas en las naciones democráticas en cuanto hay una guerra o una amenaza de ¨terrorismo¨ o cualquier otra cosa que sirva de disculpa para imponer obediencia absoluta y el derecho a someter a vigilancia a la población y privarla de libertad.  Que en estos momentos se pueda bombardear con impunidad a cualquier nación en nombre de la libertad, la justicia y la democracia demuestra que el nivel en que funciona la política internacional es el propio del patriarcado más inexcusable y que habría que exigir que se democratizase ese nivel de política para que no eche abajo la democracia que se consiguió en otros niveles y no siga impidiendo el adelanto.

Pero también contribuye a que sea tan fácil armar guerras el que a ellas sólo se oponga una versión de la paz que nació del patriarcado.  La paz en el patriarcado significó siempre impedir que nadie  se rebelase contra el mando de las autoridades familiares, sociales, económicas o religiosas.  La paz en la familia y en la sociedad patriarcal consistió en acallar a las mujeres y a los hijos y hacer que se sometiesen a los patriarcas, y la paz que predicaron las iglesias consistió en aceptar injusticias y malos tratos con resignación.  Se dio tinte religioso a la creencia en la paz, como si creer en la paz fuese señal de virtud y sirviese para evitar la guerra. La paz es lo contrario de la guerra, pero creer en la paz no impide la guerra y hasta puede sustentarla.  Todos los que hacen la guerra dirán que creen en la paz y muchos pondrán como excusa para la guerra el buscar la paz.  Lo único que puede traer paz es la justicia y la libertad, y para poner en práctica esos dos principios juntos, no separados, porque no puede haber libertad sin justicia ni justicia sin libertad,  no basta con creer en ellos, sino que hay que pensar en todo momento cómo mejor hacerlo, porque nunca podrá haber una receta que los haga fáciles de seguir y de aplicar.

Octubre de 2015


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