Los super ricos
Teresa Barro
Uno de los principales
dogmas de la dictadura económico-política que se instauró hace tres décadas más
o menos y que llevó a que el uno por ciento de la población mundial fuesen
super ricos todopoderosos y el resto estuviese cada vez más empobrecido, fue el
de que los ricos eran virtuosos y deseables. El que hubiese personas muy ricas beneficiaba
a todos, porque la riqueza que creaban corría como río de montaña, hacia abajo.
Los super ricos eran buenos y hacían el
bien a la sociedad. Había que estarles
agradecidos.
Los super ricos viven
en un círculo cerrado en el que cada uno de ellos quiere demostrar que es el
más rico de todos y el que más puede. Todos ellos quieren exclusividad y desean que
cada vez sea más grande la desigualdad entre la elite a la que pertenecen y los
demás. Las grandes firmas comerciales
que hacen millones para sus dueños actúan como los negreros de antes y, muy al
contrario de la propaganda que muchas hacen de lo bien que tratan a sus
empleados, tienen a esos empleados, sobre todo al nivel más básico de
producción en los países lejanos donde ponen sus minas y sus fábricas y
aprovechando el desempleo, en condiciones de casi esclavitud. Sin esa falta de empleo no podrían abusar como
quieren, y por eso los muy ricos y los aspirantes a serlo crearon a propósito
el desempleo y el microempleo mal pagado y seguirán fomentándolo. El régimen ¨global¨ que se implantó trajo,
tras la apariencia de prosperidad de los primeros tiempos, el retroceso que
todas las dictaduras traen y puso al mundo al servicio de los muy ricos, para
que pudiesen serlo aún más y se apoderasen por completo de la economía y la
política. La riqueza no corrió como un
río de montaña, de lo alto a lo bajo, sino que corrió al revés, de lo bajo a lo
alto. Los ricos pagan por sus diamantes,
sus mansiones y sus orgías, pero no pagan por las infraestructuras que utilizan
ni por el trabajo de los demás y se creen con derecho divino a hacerlo, como lo
creían los que tenían esclavos. Provocan las crisis económicas porque la
codicia les lleva a asegurarse de que ellos ganen cada vez más aunque todo a su
alrededor se hunda y porque saben que, con el empobrecimiento de la mayoría, se
enriquecen más ellos. Seguirán tratando
de que no haya empleo, porque eso es lo que les conviene. La propaganda quiere
presentarlos como si diesen mucho y se les debiese todo lo que hay. La realidad es que no dan nada y hacen que los
demás les den.
Enero de 2015
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