La ¨superioridad moral¨ de la derecha y la izquierda políticas

Teresa Barro

Tanto la derecha como la izquierda política sienten que tienen superioridad moral, la derecha basándose en su respeto al orden y la religión establecidos y la izquierda basándose en creer que su causa es más meritoria porque defiende a los de abajo contra los de arriba.  Pero desde tiempos inmemoriales se ha visto que apuntarse a una causa o a una religión, por buenas que sean, no garantiza que se vaya a actuar bien o de acuerdo con esa religión o esa causa y que, por el contrario,  la ¨superioridad moral¨ de una causa o una religión puede servir para evadir la responsabilidad personal o para que los sagaces la usen para hacer carrera aunque no crean en ella.

La derecha y la izquierda usan la superioridad moral que atribuyen a sus causas para comportarse de un modo autoritario y dictatorial, cuando no sin escrúpulos: la derecha para imponer desorden y opresión en vez del orden y la libertad que dice defender, y la izquierda para imponer censura y dogmas morales en vez del igualitarismo y la justicia que también dice defender.

La izquierda europea tendría que haber luchado contra el cruel y sistemático desmantelamiento de la sociedad que se está haciendo desde tiempos de Thatcher y Reagan para que todo el poder quede en manos de unos cuantos ricos y unos cuantos financieros a los que se dio rienda suelta para que se enriqueciesen con el dinero de los demás y que con ese dinero comprasen a los políticos y a las naciones. La izquierda europea colaboró tanto o más que la derecha en ese proceso, cuando, si hubiese tenido la superioridad moral que cree tener, debería haber sabido cómo oponerse en vez de venderse o regalarse. En vez de luchar, si no física, al menos mentalmente y con pensamiento, se dedicó a imponer, con medios casi policíacos, la censura de lo ¨políticamente correcto¨, que impide el debate y la libertad de expresión por miedo a la expulsión y asienta el pensamiento único y convencional. Ese convencionalismo y ese estar a la moda obligó a centrar la discusión y la creencia política en asuntos que no son de izquierda ni de derecha, como pueden ser en estos momentos el aborto o el matrimonio homosexual. En política internacional la izquierda europea adoptó una postura cómoda de centrarse en todo lo que quede tan lejos que no haya que hacer nada en la práctica. Partió también del supuesto de que la izquierda trató mejor a las mujeres que la derecha, cuando la historia más bien lleva a pensar lo contrario, dado que la izquierda se opuso más a que se concediese el derecho de voto a las mujeres que la derecha y que su entusiasmo por los árabes lleva a sospechar si no será porque en el fondo quiere ver a las mujeres tapadas y silenciadas.

La izquierda europea precisa salir de ese espíritu ¨religioso¨ que tiene, que la lleva a evadir el pensamiento como si fuese pecado, a actuar de una manera convencional y a creerse ¨buena¨ por apuntarse a una causa meritoria. Eso es lo que siempre hicieron las iglesias, escudarse en la santidad de las creencias y, en nombre de la ¨superioridad moral¨, hacer carrera y buscar poder  y riquezas.


Septiembre de 2014

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