¿Hay que imponer la verdad?
Teresa Barro
El patriarcado
implanta la doctrina de que hay una verdad absoluta que poseen los elegidos de
los dioses o de un dios particular, y que las autoridades familiares, políticas
y sociales tienen el deber de imponerla. En el modelo de familia que instituye
el patriarcado esa autoridad suprema corresponde a los hombres-patriarcas y en
el resto de la sociedad a ¨los mejores¨, a los ¨superiores¨, a las elites. La
ideología del patriarcado fomenta ideas deterministas y una visión fatalista de
la vida, y utiliza las religiones para hacer creer que todo lo que ocurre en el
mundo es porque los dioses, o un dios especial, así lo quieren. Esto lleva a
dar por bueno todo lo que sucede, puesto que es obra de seres divinos y no de
los humanos, que se limitan a hacer lo mandado y ¨lo que está escrito¨. Lleva
también a aceptar con pasividad y resignación todo lo que hacen las autoridades
y las elites y a dar por hecho que, si obtienen poder, es porque lo merecen y
nadie podría hacerlo mejor.
El patriarcado
establece una dictadura mundial basada en autoridades divinas que otorgan poder
absoluto a las autoridades terrenas. En los países de cultura cristiana la
máxima autoridad es el gran patriarca varón y dictador que hizo el mundo y que,
conforme a la doctrina patriarcal, exige sometimiento absoluto y manda en todo. Ese dios-patriarca exige que
los humanos se reproduzcan y reproduzcan lo establecido, la sociedad jerárquica,
autoritaria y dictatorial en la que hay que imponer y salvaguardar los
regímenes absolutistas para ceñirse al orden divino. No hay ninguna base para
esa interpretación, pero el cristianismo, como las demás religiones, fue
adaptado a la doctrina patriarcal por las elites que lo manejaron. El
instrumento principal del patriarcado para establecer la dictadura de las
elites es la privación de libertad de pensamiento y acción. El ser humano no
vale nada si no contribuye a la defensa del orden establecido. En nombre de la ¨verdad¨
que sea, según las distintas épocas y los distintos países, las elites deberán
someter a los demás y no permitir que piensen ni que decidan, porque la vida no
les pertenece. Es un sistema de esclavitud física y psíquica.
Poner en práctica
las creencias no es fácil, y esa es la labor de creación que hay que llevar a
cabo en todos los terrenos y que el patriarcado entorpece y prohíbe. Creer en
la libertad o en la justicia, aunque sean ¨verdad¨, no basta para organizar la
vida y el mundo de acuerdo con esas creencias. La creencia en la libertad puede
llevar en la práctica a aniquilar a todo el que se oponga o a dar más libertad a las elites para que
sometan a los demás, y la creencia en la paz puede llevar a actuar con
injusticia para imponerla y a acallar toda protesta, con lo cual se promoverá
la guerra.
Agosto de 2014
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