Trabajo y libertad
Teresa Barro
Está sin aceptar
todavía la enorme importancia del derecho al trabajo y la conexión de ese
derecho con la libertad. Esa conexión la conocen muy bien las elites que se
apoderan la sociedad haciendo que no haya trabajo para infundir miedo y
conseguir que nadie se les oponga. No
puede haber libertad individual y colectiva si hay miedo a no tener trabajo o a
perderlo.
Alrededor de esta
cuestión surgieron grandes errores, todos ellos provenientes de no creer en el
derecho al trabajo ni en el derecho a la independencia. La mentalidad que
inculca el patriarcado está centrada en la procreación y no en la creación, en
que haya que hacer hijos y que esos hijos nazcan sin derecho a nada y sean
propiedad de una familia individual y colectiva que bastante hizo con traerlos
al mundo y no se responsabiliza de ellos ni de ese mundo al que los trae. Los
hijos no nacen con derechos y esa misma mentalidad se aplica a los ¨hijos¨ de
las naciones. La doctrina patriarcal dicta que hay que estar siempre agradecidos
a los que dieron la vida. Pero la vida sin trabajo y sin posibilidad de ganársela
y de vivirla con independencia no vale la pena y no es un regalo, sino una
condena. Ninguna nación debería tener más ¨hijos¨ que los que pueda sostener y para
los que haya trabajo. Lo otro debiera considerarse fomento de la esclavitud y
de la miseria física y psíquica.
Sin embargo, una
y otra vez y a pesar de que se sabe muy bien que el gran problema del mundo
actual es el exceso de población, se evade en el enfoque de ese problema lo que
tendría que ser el mayor motivo de preocupación, que es el hecho de que nunca
podrá haber trabajo para tantos y que con eso se condena a una gran parte de la
humanidad a una vida sin sentido y sin aliciente. Sigue insistiéndose en el ¨problema¨
del envejecimiento y la disminución de la población en algunos países, sin
tener en cuenta que algunos de los países más adelantados y que mejor viven
tienen muy pocos habitantes. Las elites
quieren que sobre gente y falte trabajo para que no haya libertad y nadie se
oponga a sus prácticas extractivas.
El falso ¨problema
demográfico del envejecimiento de la población¨ proviene de que la sociedad
llamada occidental aún funciona de acuerdo con pautas anticuadas e inservibles nacidas
en épocas de fuerte industrialización en que lo habitual era morir entre los
cuarenta y los cincuenta años de edad o antes. La edad de jubilación y las
pensiones están pensadas para muy pocos años de jubilación, cuando ahora son
tantos como los de trabajo. ¿Qué hacer? ¿Seguir manteniendo esa jubilación cada
vez más temprana en relación con lo que dura la vida en general? ¿O plantear la
cuestión de la jubilación, el envejecimiento y el trabajo en términos que no
estén dirigidos por ideologías y prejuicios y, sobre todo, por el sistema de
patriarcado que impera en todo el mundo y en todas las sociedades, y pensar en
cómo tendría que ser la vida centrada en la creación, la libertad y la
independencia?
Julio de 2014
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