Sin libertad de prensa no hay democracia

Teresa Barro

No puede haber democracia sin buena información, no puede haber buena información sin libertad de prensa y no puede haber libertad de prensa si hay censura implícita o explícita, si hay ocultamiento de la verdad y si hay impunidad para los que mandan y tienen puestos públicos y de responsabilidad.
Hay quien cree que lo ideal sería una prensa y unos medios de comunicación justos, imparciales y que no respondan a ninguna tendencia, pero la justicia, la imparcialidad y la buena información no se consiguen imponiéndolas por decreto. Eso es lo que prometen todos los sistemas dictatoriales y absolutistas y acaba, como es lógico, en propaganda y promoción de lo que el sistema quiere y silenciamiento de lo que no quiere. La libertad sólo se consigue con lucha, valentía y discusión y asegurándose de que pueda haber fuerte crítica y oposición, para lo cual es necesario que haya tendencias diversas y se cultive la pluralidad de opiniones y de instituciones. 

En la Gran Bretaña, cuya larga tradición de libertad de prensa permite desde hace muchos años y hasta siglos burlarse de las autoridades, reyes incluidos, y descubrir sus trapisondas y las de los políticos y demás figuras públicas, hubo recientemente un fuerte intento de recortar esa libertad valiéndose del descubrimiento de malas prácticas invasivas de la privacidad por parte de alguna de la prensa más poderosa. Muchos de los famosos, desde artistas de cine hasta escritores y otras figuras conocidas, montaron una campaña dirigida a privar a la prensa del derecho a investigar y sacar a la luz lo que el público tiene derecho a saber para poder juzgar. Como casi siempre en estos casos, los políticos y los famosos interesados en la ocultación y el engaño utilizaron argumentos sentimentales y fingieron estar defendiendo a las víctimas para amordazar a la prensa y que sólo pudiera decir lo que a ellos les convenía y se convirtiera en instrumento de propaganda de los poderosos.

El derecho a la intimidad debe ser respetado, pero nadie tiene derecho a ocultar lo que, si se supiese, podría cambiar el juicio de los demás, y mucho menos si se trata de figuras públicas. Si la prensa no destapase lo que esas figuras quieren ocultar, la Gran Bretaña sería un país atrasado y corrupto en gran escala, como lo son los que no tienen libertad de prensa. No es que en la Gran Bretaña no haya corruptos y corrupción, sino que la corrupción no puede invadirlo todo porque acaba casi siempre por descubrirse, gracias a una prensa fuerte y diversa que cuenta con buenos y valientes periodistas, y ese descubrimiento acarrea, tarde o temprano, la caída de los corruptos, por encumbrados que estén y por mucho que pertenezcan al poderoso Establishment de la nación y éste quiera protegerlos.


Julio de 2014

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