El resultado del liberalismo económico

Teresa Barro

La televisión inglesa transmitió hace poco un programa en el que se exponía el maltrato que recibían las personas de edad en una residencia privada de lujo de la Gran Bretaña. Ya antes se había descubierto ese maltrato general e institucional al que estaban sometidas las personas de edad, pero en este programa se vio con más claridad lo que ocurría y las razones de que ocurriese. Y, es tanto el poder de la ideología reinante y son tales los hábitos de actuación y razonamiento que se crearon, que, aunque la solución era fácil y saltaba a la vista, todo el mundo dio rodeos y hasta cayó en sentimentalismos de culpabilidad colectiva del tipo de ¨lo mal que tratamos a nuestros ancianos¨ para no admitir que lo que estaba ocurriendo era el resultado lógico del liberalismo económico y su insistencia en la ganancia por encima de todo, la ¨productividad¨ y demás falsedades con que se disimula que está pensado para que las elites puedan hacer dinero explotando a los demás y vendiendo  productos dañinos y servicios abusivos.

En el programa se vio, gracias a las cámaras escondidas en las habitaciones y a lo que pudo observar una periodista que trabajó allí varios meses, cómo los residentes eran insultados, humillados y hasta abofeteados por algunos miembros del personal y podían estar llamando y pidiendo ayuda durante más de dos horas sin que la nadie los atendiese. Esto ocurre en las residencias privadas y caras, pero lo mismo ocurre en el sector público, que también se apuntó al ¨liberalismo¨. Si ocurriese en algún país ¨atrasado¨, se diría que todo ello se solucionaba imponiendo la libertad económica.

El sistema ¨liberal¨ consiste en la práctica en crear elitismo recortando empleo y sueldos por abajo para crear puestos de importancia por arriba y, en nombre de la ¨productividad¨, dárselos a las elites que no producen nada. En este caso se vio que el personal a cargo de los residentes era insuficiente, carecía de adiestramiento y estaba muy mal pagado.  La cadena de residencias a la que esta pertenece, una de las de más rango del país, es propiedad de un grupo de inversores anónimos que no rinden cuentas a nadie y lo que único que quieren es la mayor ganancia al menor costo posible. Los gerentes y directores tienen que demostrar, en la práctica ¨liberal¨, lo mucho que valen y lo muy de acuerdo que están con el sistema despidiendo personal y reduciéndolo al mínimo para maximizar la ganancia. Y los reguladores saben que, para disfrutar de sus magníficos sueldos y elevada categoría, lo único que tienen que hacer es congraciarse con los que mandan y no crearles problemas. A raíz de este programa habrá despidos del personal de abajo. Los verdaderos responsables seguirán en sus puestos y les subirán el sueldo. Y los dueños seguirán en el anonimato y acumulando dinero en vez de estar en la cárcel por unas prácticas que tendrían que considerarse robo y delincuencia social en gran escala.

El problema que se vio en este caso, como en tantos otros, es el resultado lógico de la doctrina ¨liberal¨.  La solución es que se tenga más personal, mejor adiestrado y mejor pagado, y que haya menos gerentes, directores y reguladores ganando sueldos inmensos por no responsabilizarse de nada y ser cómplices del sistema.


Mayo de 2014

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