La Europa actual

Teresa Barro

La Europa actual ya se parece mucho a la de antes de la Unión Europea. Parecía que se había conseguido una especie de uniformidad aguada, con una Alemania sin aspiraciones de dominio y una Rusia desaparecida del mapa y sin poder. Pero la Unión Europea fue siempre, desde su inicio, un proyecto de imperio en el continente europeo a las órdenes del poder hegemónico de nuestros días desde otro continente.

El objetivo de la creación de la Unión Europea fue siempre político, a pesar de que al principio  se presentó como unión económica. Y eso es lo que la llevó al fracaso inexorable, porque no se puede sacrificar hasta ese punto la economía a la política. Las uniones políticas, como las que se forman cuando varios estados se federan, suelen tener como base intereses económicos en común, lo contrario de lo que ocurría en Europa, donde los intereses económicos eran divergentes. Desde el punto de vista económico estaba claro que nunca podría haber unión ni uniformidad ni siquiera  entendimiento comercial entre los muy distintos países que la formaban. La diversidad era precisamente la característica fundamental de Europa y el origen de su riqueza cultural y creadora. La Unión Europea sirvió para que los países del norte, más fuertes y adelantados, se aprovechasen con impunidad de los del sur, dominados por mafias religiosas y laicas, ahogados en la corrupción profunda e incesante y en manos de elites dispuestas a vender o regalar a sus países con tal de seguir viviendo bien. Alemania, con su economía basada en la exportación, pudo exportar con facilidad a un mercado cautivo. Los demás países del norte, incluida Francia, pudieron vender sin trabas sus productos bancarios a los del centro, siempre inseguros, temerosos de Rusia y cruzados y pisoteados por los ejércitos de unos y otros, y a los del sur, más desorganizados, desorientados e impotentes, y los endeudaron, siguiendo la tradición imperial de sumir en la miseria a los más pobres y menos resistentes.  Se impuso, para conseguir la unión política como fuese, la moneda única, aun sabiendo que era un disparate desde el punto de vista de la economía, y eso llevó al desastre sin salida en el que la Unión Europea está sumida y a lo que ahora ya se ve con claridad, que en la Unión Europea no hay ni habrá dinero para los habitantes normales de los países, que son los que están pagando todo, pero lo hay para sobornar a las elites de esos países y a las de otros que se aspira a conquistar.  

Fueron sólo las elites de los distintos países de Europa las interesadas en imponer ese disparatado proyecto de resonancia nazi y vaticana que sólo podía beneficiarlas a ellas y hacerles sentir que aún tenían un imperio.


Marzo de 2014 

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