La iglesia española

Teresa Barro

Se habla de que la iglesia española tendría que pedir perdón por su actuación en el régimen de Franco. No valdría de mucho que lo hiciese. Sería un gesto político que podría darle más poder del que ya tiene. Lo que la iglesia tendría que hacer es reconocer la mancha terrible que echó en su propia historia y en la historia de España desde la Inquisición hasta nuestros días, y tratar de limpiarla. La iglesia impuso su mando con robos, persecuciones, torturas y matanzas y ahogando las mentes con adoctrinamiento y mala formación intelectual. Actuó con soberbia, avaricia y todos los vicios capitales y no practicó ninguna de las virtudes. Por eso no sólo hay que reprocharle el mal que hizo, sino el bien que dejó de hacer.

La iglesia española vendió su alma al diablo cuando se alió con los reyes ¨católicos¨ y fundó la Inquisición para instalar un régimen de terror mucho peor que el de los nazis. El régimen nazi duró poquísimo comparado con la Inquisición, que duró más de trescientos años, nunca desapareció del todo y resurgió con fuerza en tiempos de Franco. En el régimen nazi las cámaras de gas funcionaban en secreto y no se convirtieron en el espectáculo público que fueron los autos de fe, los humillantes ¨paseos¨ y las quemas en la hoguera de la Inquisición. La iglesia no sólo no reconoció nunca el daño inmenso que hizo al país, sino que glorificó su propia actuación, se hizo pasar por patriota y ¨española¨ y trató de santificar a la gran criminal de todos los tiempos que fue Isabel ¨la católica¨.

Si la iglesia española tuviese algún interés en practicar el cristianismo haría todo lo posible por imitar la vida de Cristo teniendo en cuenta que si él hubiese querido situarse entre los poderosos y vivir en palacios, acumular dinero y adoctrinar e imponer la verdad, habría podido hacerlo con facilidad, porque no era un ¨pobre¨ como su propia iglesia lo hizo aparecer para dedicarse a mendigar en su nombre, sino de buena familia, de lo que hoy llamaríamos clase media, y respetado por su inteligencia y saber. Todo parece indicar que vivió de su trabajo con sencillez y honradez, que nunca mendigó ni sacó dinero a sus seguidores  y que en ningún momento quiso darse importancia viviendo como un príncipe ni imponer una doctrina con cruzadas y aniquilando al enemigo.

La iglesia española actuó como una mafia de las más poderosas. Sembró maldad e ignorancia y aplastó la bondad, la justicia y el saber. De nada serviría que la iglesia española pidiese perdón. Lo que serviría, a ella y al país, es que reconociese el mal que hizo, renunciase al endiosamiento y la soberbia, abandonase los privilegios y se curase de sus vicios.


Noviembre de 2013

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