La guerra psicológica de la ideología imperante
Teresa Barro
La guerra
psicológica con que se impuso la ideología del libre mercado estuvo dirigida a
fomentar la adoración al dinero y a los ricos y poderosos, y se hizo inculcando
sentimiento de mala calidad mediante la industria del corazón. El lado cerebral
y ¨masculino¨ de esa ideología presentó al mercado como más inteligente que
nada ni nadie y capaz de decidir por sí solo con exactitud matemática lo que
más convenía en cada momento. El mercado fue infalible en teoría en esa
ideología, aunque la economía y el propio mercado se estuviesen manejando en la
práctica con la superstición y falta de juicio propias de los que tienen el
vicio del juego y no ven más allá de lo que les dicta su adicción.
Pero fue parte
fundamental de la imposición de esa ideología la guerra psicológica que se entabló
para hacer del dinero y de los ricos un culto religioso con ídolos y
adoradores. Esa guerra psicológica utilizó la industria del corazón para crear
imágenes y manipular el sentimiento, y presentó el mundo de las ¨celebridades¨
como el único al que había que aspirar, un mundo que no era el del auténtico
valer, sino el del dinero, el derroche, la ostentación, la falsedad y el encubrimiento. El objetivo de esa guerra
fue el de inclinar el corazón y el sentimiento hacia esos triunfadores
relucientes que sólo representaban dinero, el que se había invertido en
hacerlos celebridades y el que ellos habían hecho siéndolo, y que eran como los
productos artificiales de apariencia perfecta que se venden en los
supermercados y que en vez de nutrir envenenan. Se trataba de establecer un
culto en el que hubiese superiores dorados, encumbrados y de apariencia feliz,
e inferiores que los admirasen desde muy abajo y quisiesen ser como ellos, para
lo cual tendrían que someterse al sistema vuelto religión.
En esa guerra
psicológica se hizo parecer despreciable, indigno y poco productivo a todo el
que quisiese seguir un interés verdadero o pensar por su cuenta y no entrase en
ese sistema de adoración pasiva y activa del dinero. A los infieles y herejes
que eso hacían y que no querían entrar en el bando de los dispuestos a ¨competir¨
y ¨producir¨ para adquirir riqueza, había que echarlos del juego. Esos fueron
los despedidos del trabajo y los que no consiguieron ninguno. Así se impuso la
ideología de la ¨libertad¨ que se presentó en nombre de la inteligencia
matemática e indiscutible del mercado y cuyo mercadeo psicológico se hizo
manipulando el sentimiento.
Noviembre de 2013
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