¿Qué le conviene a España, la unidad o la separación?
Teresa Barro
La cuestión de la
¨unidad¨ de España provoca reacciones automáticas a favor o en contra, pero
habría que tratarla sin dogmatismo, sin fanatismo y sin confundir las ideas de
índole religiosa con la política. Sería útil plantear si a España la
unificación que empezó con los reyes ¨católicos¨ le hizo bien o si le
convendría estar más dividida, y plantearlo teniendo en cuenta que la
unificación no es de por sí santa y que casi siempre es discutible si trae
ventajas o no. Lo ¨unido¨ es siempre más fácil de manejar por los que tienen
hegemonía y poder. Los Estados Unidos de América, el poder hegemónico de
nuestros días, fueron los que quisieron y siguen queriendo la Unión Europea,
mucho más fácil de manejar y dominar desde el punto de vista económico y
político que una serie de países distintos, pero eso no quiere decir que a la
Europa de verdad le convenga.
Los habitantes de España no decidieron nada
cuando murió Franco: estaba todo decidido mucho antes en el ámbito
internacional, con la colaboración de las elites del país. Lo que en el mundo
internacional no se quería era que el país se ¨dividiese¨, porque era mucho más
fácil de manejar ¨unido¨ y porque eso podría dar lugar a que otros países también
lo hiciesen y complicasen las cosas. Para
acallar los intentos de división que pudiere haber se crearon las autonomías,
una forma disimulada de seguir mandando desde el centro, y se difundió el
engaño de que en la UE habría cabida para las naciones pequeñas surgidas de los
separatismos, cuando lo que estaba decidido
y programado era que no la hubiese ni para las grandes y que Europa se
convirtiese en un monolito manejado por una burocracia a las órdenes de unas
elites financieras y políticas que no tuviesen que rendir cuentas a nadie.
Las unificaciones suelen convenir a los que ya
tienen poder y quieren hacerse con más. Pero en general la unificación hace que
se pierda fuerza espiritual y por tanto poder de creación, porque el espíritu
precisa la tensión que proviene de la diferencia y sin eso se apaga.
Todo lleva a
pensar que para España sería mucho más conveniente estar dividida y no
centralizada, y que la tensión de la diferencia entre los distintos países que
la forman la ayudaría a recuperar y desarrollar su propia personalidad.
Septiembre de
2013
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