El poder de la iglesia en la enseñanza
Teresa
Barro
España a partir de los reyes católicos estuvo
casi siempre en bancarrota y sin un céntimo para nada. Como no se trabajaba y
apenas se producía, el poco dinero que había se repartía entre la corona, unas
cuantas familias y las órdenes religiosas. Con el tiempo se creó también una
casta de funcionarios que ayudaban a mantener el sistema y que por lo menos
tenían empleo y cobraban algo cuando llegaba el dinero para ello, que no era
siempre.
Esa pobreza en la que se hundió España
contribuyó aún más a que la enseñanza cayese en manos de la iglesia. La miseria
de la enseñanza pública cuando llegó a haberla hizo que cobrasen más
importancia y poder los colegios religiosos, que, aunque enseñasen mal, tenían más
medios y mejor apariencia .
Tanto era el poder de la iglesia en el país y
en la enseñanza que, cuando se pensó en crear un sistema universitario al
estilo de otros países, fue imposible hacer un sistema de universidades
independientes como las de Alemania o Inglaterra. En España hubo que crear
universidades del estado y centralizadas para evitar que se las apropiase la
iglesia, y eso hizo que la universidad fuese una institución burocrática en la
que los profesores eran funcionarios y un despacho de títulos en el que lo que
menos se ofrecía era enseñanza superior.
Cuando eso llegó, estaba ya tan enraizada la
costumbre de no pensar y de ver sólo la apariencia sin ocuparse del fondo ni de
las consecuencias, que no se entendió, y si se entendió no se le vio remedio,
que de allí sólo podían salir mentes incapacitadas para interpretar el mundo de
fuera de España. El sistema funcionaba dentro del país porque la mala formación
intelectual era casi necesaria para adaptarse a lo que había, pero esa
formación deficiente llevó a un mal funcionamiento de España con el exterior y
con su propio imperio.
Abril de 2013
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