España y la Unión Europea
Teresa
Barro
España se siente frustrada por ¨los alemanes¨.
Creyó que había resuelto sus problemas para siempre con la entrada en la Unión Europea,
una especie de nuevo imperio que le permitiría estar a la par de los países más
adelantados y le daría una eterna disculpa para no ocuparse de sus propios
asuntos y dejar con disimulo que otros decidieran por ella. Ahora se siente
defraudada y no entiende que el milagro se haya acabado. Cree que la crisis
tiene solución y que esa misma Alemania que la maltrata resolverá el problema y
todos volveremos a ser felices. Lo que no ve es que, aunque Alemania quisiera
resolver la crisis, no podría, porque lo que parecía una prosperidad sin
límites no era más que una apariencia de bienestar que carecía de fundamento
político y económico y tenía por fuerza que desmoronarse.
Lo que haría un buen gobierno, llegados a este
punto, sería precaverse contra el posible final de la Unión Europea y buscar
otros caminos. Pensar en lo que podría hacer España si se pusiera a ello con
fundamento y entendiéndose a sí misma, queriendo desarrollar sus propios
talentos y posibilidades y buscando su propio lugar en el mundo. Pero España
tiene un mal gobierno de siglos que la llevó a no entenderse a sí misma y a
copiar a los demás sin darse cuenta de que algunos países crean y por eso se
ponen en la delantera.
El mal gobierno de España, surgido de una
alianza autoritaria entre la política y la jerarquía eclesiástica, y que el
franquismo ahincó pero no inició porque venía de siglos atrás, aplastó el
espíritu y lo apagó. Eso dejó a España con la mente y el sentir oprimidos,
desorientada y sin entender que otros países le pasan por delante porque están
más dispuestos a usar el espíritu y propiciar la creación.
Agosto de 2012
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