Causas y objetivos

Teresa Barro

Toda causa precisa tener un objetivo muy claro que sirva de guía y piedra de toque. Lo que suele ocurrir, sin embargo, es que el objetivo indiscutible se pierde y queda confundido con otras finalidades. Ocurre así, sin duda, en las causas religiosas, en las que, casi sin excepción, se acaba invocando a las autoridades divinas para disfrazar designios mundanos, y ocurre en las causas políticas, sociales, educativas y familiares. Se deja que caigan en el autoritarismo y en el fanatismo y que quienes las manejan cambien el objetivo fundamental. Toda causa atrae a los sagaces que ven en seguida la posibilidad de explotarla para sus propios fines. Por no tener claro el objetivo, las causas sirvieron para fomentar el autoritarismo e incrustarlo en la sociedad.

Se dejó que el objetivo de la familia fuese la familia en sí y se acabó creando el culto a la Familia. Se dejó que el objetivo de la organización política y religiosa se convirtiese en el culto al mando y al poder. Y se dejó que el objetivo de la enseñanza fuese dividir la sociedad en superiores e inferiores.

El objetivo de la familia tendría que ser educar, el de la política organizar sociedades justas y adelantadas, el de la religión fomentar el espíritu y el de la enseñanza transmitir un buen conocimiento del presente y del pasado y desarrollar las facultades para que puedan funcionar bien más adelante.

Enero de 2012

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