Los reyes católicos hundieron la economía de España

Teresa Barro

Según la historia que se enseñó en España, los reyes católicos habrían dado muestras de sentimientos democráticos porque lucharon contra la nobleza. Si lucharon contra los nobles fue para imponer el dominio político de la corona sobre ellos, pero a cambio les dieron un inmenso poder social y económico que llevó a que casi todas las tierras del reino de Castilla y León cayesen en manos de media docena de grandes señores.

Antes de los reyes católicos el conjunto de países que formaban España tenía un sistema económico que funcionaba bien y con normalidad. Se respetaba el trabajo y el comercio, y las letras, las artes y las ciencias florecían. España era un lugar apreciado y buscado del que se tenía buena opinión y al que acudían con gusto sabios, artistas y científicos de todo el mundo. Con el cambio de rumbo que le dieron los reyes se convirtió en un lugar temido y sombrío al que nadie quería ir por miedo a la Inquisición y al sistema policíaco que se había impuesto, y porque ya nada de provecho se podía hacer en aquel ambiente de crueldad, persecución y aplastamiento de todo lo que valía.

El dinero que pudiera haber se utilizaba para acrecentar el poder político de la corona y de quienes la apoyaban, y así empezó la mala administración que seguiría durante siglos. El desastre económico se pintó, sin embargo, como si no tuviera importancia frente a la nueva espiritualidad y visión que habrían traído los reyes.

Los reyes católicos hundieron sistemáticamente todas las instituciones que había antes. Suprimieron algunas y minaron otras. En el Norte, por ejemplo, prohibieron a la Hermandad de las Marismas, una especie de liga hanseática de los puertos del Cantábrico que se había fundado en el siglo XIII, que siguiese celebrando reuniones, a no ser que estuviesen vigiladas por el corregidor de Vizcaya, con lo cual le arrebataron la independencia y ya no pudo seguir funcionando. Cataluña y Mallorca entraron en una gran decadencia económica. A los catalanes, según se contó, ¨se les respetaron sus instituciones¨. Lo que no se dijo fue que esas instituciones fueron remodeladas al gusto de Fernando el católico, de familia castellana aunque hubiese heredado la corona de Aragón, y que se dejaron sin fuerza. A los catalanes se les dificultó el comercio con los países del Mediterráneo, se les cerraron los mercados de Castilla y no se les permitió comerciar con las Indias recién descubiertas. En el Sur aumentó el latifundio con la política de los reyes de dar más poder a las grandes familias y a las órdenes religiosas. El propio reino de Castilla y León quedó devastado con la política de favorecer a los ganaderos en perjuicio de los agricultores. Los monarcas aumentaron los poderes de la Mesta y le permitieron apoderarse de cuantas tierras quisiese. Los propietarios de ganado eran grandes señores y poderosas órdenes religiosas que podían pagar mayores impuestos a la corona. Muchos de los que trabajaban en la agricultura tuvieron que abandonar las tierras y dedicarse al vagabundeo y a la mendicidad, actividades alentadas y aprovechadas por las órdenes mendicantes y los grandes latifundistas, que contaban así con mano de obra temporal y barata. Del empobrecimiento en que cayó España surgieron la picaresca y el mal vivir.

Los reyes católicos destruyeron toda posibilidad de que en España hubiese una economía normal, como la había antes. Si a ello se suma el horror al trabajo que impusieron con su política de exigir limpieza de sangre, para lo cual era esencial demostrar que no se trabajaba porque hacerlo era cosa de judíos y moros, el resultado fue un país que tuvo que acostumbrarse a vivir en la vagancia, la apariencia y el disimulo. El mal gobierno y la mala administración se hicieron endémicos y se empezó a ver todo al revés, aplicando un sistema de valores, apoyado y difundido por la iglesia, en el que lo bueno se despreciaba y lo malo se celebraba.

Julio de 2011

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