La Europa de siempre


La puesta en práctica de aquella idea, medio imperialista medio nazi, de la Europa unida, que se presentó, para disimular, como la única manera de evitar las guerras del pasado, ya ha fracasado. Estamos en lo de siempre: Alemania al frente, muy interesada en que no se deshaga ese mercado cautivo al que puede exportar lo que produce a los demás países que no tienen cómo defenderse, atados de pies y manos como están y como estarán más en el futuro si siguen dejándose manejar. Francia de segunda, aliada aunque sea de mala gana a Alemania porque quiere mantenerse en la capa superior de los que mandan y tienen poder. España, como siempre, desconcertada, porque quiso pensar que había encontrado la manera de estar entre los superiores sin tener que estudiar y analizar su propia historia y sin tener que averiguar por qué nunca va en la delantera y queda en el montón, como quedará ahora. Los países que estuvieron dominados por Rusia, y que echan de menos algunos rasgos de ese dominio pero quisieron pensar que la Unión Europea velaría por ellos y les resolvería todos sus problemas, desilusionados y sin saber qué hacer ni con quién quedarse. Inglaterra, ¨la pérfida Albión¨ aliándose con unos y otros y dividiendo para que ni Francia ni Alemania se salgan con la suya. Y los Estados Unidos tratando de que no se venga abajo el tinglado: que Europa se esté quieta y calmada, les sirva de mercado y haga lo que ellos quieren.


El engaño que supuso la Unión Europea, esa institución autoritaria y antidemocrática que se impuso a la fuerza haciendo imposible estar fuera de ella, y que sólo quieren los políticos a las órdenes de los ricos y poderosos, está empezando a verse con claridad. Un día no muy lejano todos los países a los que se obligó a unirse tendrán que volver a ser lo que fueron, pero empobrecidos y lastimados. Por eso conviene tener claro de quién son las culpas y cómo se constityó este destructor enredo al servicio de muy pocos.

Teresa Barro

Febrero de 2011




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