Los inútiles de Davos


Nunca acertaron nada todos esos que se reúnen con pompa y festejo en Davos para opinar al más alto nivel de asuntos mundiales que merecen atención. Esos distinguidos cerebros ni siquiera vieron venir la crisis económica de ahora o, si algunos la vieron venir, lo callaron porque no les convenía echar abajo el sistema y tenían que cuidar ante todo y sobre todo de sus ilustres carreras en las cimas del poder.

Esas reuniones de los nuevos cortesanos no están pensadas para ofrecer visión u orientación y mucho menos solución a nada. Son para ver y ser visto, para hacerse guiños y muecas entre ellos. Pero el derroche y la inutilidad que suponen son un escándalo. Lo menos que podrían hacer los que van a ellas sería aplicarse a sí mismos las medidas de austeridad que con tanto afán predican para los demás y, si tanto desean lucirse, cada uno de los asistentes debería pagar de su propio bolsillo el gasto que supone.

Teresa Barro

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