El Vaticano y las mujeres

El Vaticano, en su deseo de humillar a las mujeres, ha decretado que es delito el sacerdocio femenino. No son delito, en cambio, el abuso sexual y las violaciones de niños y jóvenes que se han venido practicando en el seno de la iglesia católica romana. El Vaticano ni siquiera ha dado muestras de contricción por esos crímenes contra la humanidad. Lo único que le duele es que se hayan descubierto.

Todo se resueve en el Vaticano con autoritarismo patriarcal, con desmanes, ofensas, intemperancias y expulsión de hijos desobedientes. Todo se hace porque sí, porque lo digo yo y porque mando yo.

¿Creerán los del Vaticano que el cristianismo es una religión autoritaria? Si lo creen, tendrían que aprender a leer esa Biblia en la que dicen basarse para imponer misoginia y discriminación contra las mujeres. Ellos más que nadie deberían saber que el Antiguo Testamento no se puede citar al pie de la letra, porque esa “letra” tiene siempre un contexto histórico y lingüístico que no es posible dejar de lado. En cuanto a los evangelios, no parecen haberse dado cuenta de que el Cristo en cuyo nombre hablan no practicó el autoritarismo nunca, y que en cambio lo que parece haber hecho es enseñar cómo vivir de acuerdo con el espíritu, cultivando la verdad, la justicia y la libertad y sin despotismos ni venganzas ni megalomanía ni egoísmo. Si Cristo hubiese querido hablar del espíritu como lo hace el Vaticano, como excusa para acumular dinero y poder, lo hubiese hecho. Pero hizo lo contrario, y en eso es en lo que el Vaticano tendría que imitarlo.

¿Habrá algo que se aleje más del modo como parece haber vivido Cristo que el lujo y la ostentación del Vaticano? Cristo no vivió en palacios, ni acumuló riquezas, ni vivió de los altares, ni esperó que todo el mundo le costease sus viajes y desplazamientos. Nada de lo que hace o dice el Vaticano se parece a lo que hizo y dijo el Cristo en cuyo nombre habla.

El Vaticano no está actuando de un modo cristiano cuando insulta a las mujeres con su actitud déspota y misógina. Está practicando una injusticia basada en argumentos falaces de los que debiera avergonzarse.

Teresa Barro

Julio de 2010

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