El derecho al trabajo

Teresa Barro


 

    No puede estar bien que se deje de lado, como si no tuviese importancia, el derecho de toda persona a conseguir trabajo.


 

    Siempre se quiso que hubiese un sobrante de población que se pudiese usar para fanatizar en su momento, alimentar los bajos fondos que tanto dinero producen, mandar a hacer la guerra y tratar con desprecio.


 

    Toda persona debiera nacer con el derecho fundamental a poder ganarse la vida con un trabajo honrado y, a ser posible, interesante y satisfactorio. Si se reconociese ese derecho y se luchase por establecerlo en todo el mundo, se acabarían muchos problemas que parecen irresolubles, como por ejemplo el "problema de la inmigración" del que tanto se habla en estos momentos para disimular lo mal que están las cosas y defender políticas autoritarias, porque sólo emigrarían los que tuviesen gana de hacerlo por otro motivo que no fuese el de escapar de la miseria.


 

Ningún país debería tener más "hijos" de los que pueda cuidar como es debido. Admitir esto llevaría a que, en vez de fomentar el exceso de población como se hace con distintas disculpas, y en vez de alentar un "crecimiento" económico que lleva consigo el crecimiento de la pobreza y la miseria, se actuase con lógica, sentido común y respeto a la humanidad. En muy poco tiempo se conseguiría un bienestar general que nunca se conseguirá mientras el desempleo se considere natural.

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