Ecología y exceso de natalidad


 

Teresa Barro


 


 

Parece inútil preocuparse por el estado de la Tierra, el cambio climático y la ecología sin analizar las causas más profundas que afectan a todo ello.


 

Habría que reconocer que el crecimiento sin límites de la población humana es lo que más lleva a abusar de los recursos de la Tierra y a que se agoten. Ese crecimiento fue fomentado principalmente por el patriarcado, por casi todas las iglesias y, en los últimos tiempos, por el "respeto a las culturas" que impulsan las derechas políticas egoístas y las izquierdas comodonas y amantes del lujo y el dinero.


 

    Llama la atención el entusiasmo general de todos los que rigen las naciones por que haya cada vez más población, dado que deben saber muy bien que mucha de esa población (la mayor parte, en los países menos ricos) se ve condenada a vivir mal y, también, que con menos población no habría gran problema ecológico ni calentamiento del planeta ni escasez de recursos ni desempleo.


 

El patriarcado es la raíz del exceso de población. En el sistema patriarcal es esencial que se mantenga el mando de los padres sobre los hijos, de los mayores sobre los jóvenes y de las autoridades humanas, casi siempre en nombre de las divinas, sobre la humanidad. Los hijos en ese sistema (vigente y arraigado en todo el mundo) se traen al mundo como objetos y posesiones de los padres. Los hijos nacen para la Familia y para dar continuidad a la línea masculina, que es la dominante. En el patriarcado el centro está siempre en el pasado, al que hay que adaptarse porque es el que manda; el futuro no interesa. Nada tiene, pues, de extraño que se haya usado la Tierra en que vivimos sin pensar nunca en el futuro. Dado que no hay que responsabilizarse por el bienestar de las generaciones futuras, ni en la familia ni en la sociedad, cuantos más hijos se traigan al mundo, mejor. Así será más fácil mantener la esclavitud de unos y el poderío de otros.


 

Las iglesias de todo tipo fomentaron el patriarcado, hubiera o no en las religiones que invocaban motivos para ese fomento. En la religión judeo-cristiana, por ejemplo, no podía haber razones para defender el patriarcado y, menos aún, para promoverlo y, sin embargo, tanto el judaísmo como el cristianismo lo hicieron con fuerza y dureza. Si la historia del pueblo judío está, como la de los demás pueblos, vinculada al patriarcado, no es porque estuviesen obedeciendo en eso al Dios en el que creían, sino porque ese fue el sistema político, social y económico que se impuso, no por motivos religiosos, sino a pesar de ellos. El cristianismo promovió también el patriarcado, a pesar de que el Cristo en quien decían creer las diversas iglesias cristianas no sólo no siguió las normas patriarcales, sino que hizo todo lo posible por vivir en desacuerdo con ellas.


 

    En cuanto a la imposición de la iglesia católica de una reproducción sin límites que tanto daño causó en tantos países y en el mundo en general, tan sólo se basa en la frase "Frutificad y creced", o su equivalente en otros idiomas y otras versiones, que el Dios del relato bíblico de la Creación dice cuando ve que todo lo creado está bien y decide ponerlo a vivir. En el relato del Génesis, Dios crea a los seres vivientes y, cuando se cerciora de que todo está bien, les dice que pueden dar fruto y desarrollarse. Se sobreentiende que, si no le hubiesen salido bien, no los habría dejado vivir porque no habrían estado en condiciones de dar un buen fruto material y espiritual. Al final, el Dios bíblico crea al ser humano y dice: "Hagamos un hombre a imagen nuestra, conforme a nuestra semejanza, para que domine en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en los ganados, y en todas las fieras de la tierra, y en todo reptil que repta sobre la tierra". Y sigue el relato: "Creó, pues, Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios creólo, macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios y díjoles: Frutificad y creded…". Es decir, después de cerciorarse de que el "hombre" (varón y mujer) le salió bien, lo pone a vivir y a dar fruto y administrar todo lo que hay en la tierra. Pensar que no hay que poner trabas a la fertilidad humana sino, al contrario, darle rienda suelta sin administrarla, no concuerda con el mandato de administrar todo lo que hay en el mundo que otorga a los humanos. Es de suponer que tendrán ante todo que administrarse a sí mismos. Pero de lo que no puede haber duda es de que la reproducción sin límites y los estragos físicos, morales y espirituales que causa convienen a esa iglesia para mantener las jerarquías injustas.


 

El "respeto a las culturas" que en estos últimos tiempos parece haber triunfado en mucha de la sociedad occidental, es un concepto en el fondo jerárquico que sirve para eternizar costumbres dañinas y patriarcados feroces en los que sufren todos, sobre todo las mujeres y las niñas. Forma parte de esos patriarcados que los varones siembren de hijos el mundo y que las mujeres y los países carguen con ellos, lo que, además de pobreza y miseria, causa graves daños ecológicos y hace que aumente la población de la Tierra sin tener en cuenta las consecuencias. Ninguna "cultura" merece "respeto" hasta ese punto, puesto que en toda "cultura" hay costumbres buenas y malas y el progreso para todos se consigue dejando a un lado las malas y cultivando o adquiriendo las buenas.


 

Abril de 2009

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