Criminología y criminalidad

Teresa Barro


 

La criminología, en el sentido de empresa de larga duración encaminada a entender el crimen, es una de las ciencias modernas más infructuosas en resultados. El progreso de la medicina mejora en general la salud pública, pero el de la criminología no disminuye en nada la criminalidad.


 

La negativa rouseauniana a admitir maldad natural en el género humano llevó a buscar explicaciones sociales del delito que no tardaron en convertirse en descripciones estadísticas, por una parte, y, por la otra, degeneraron en determinismos biológicos. Se creó así una hoja de parra que dispensa de profundizar en el crimen y sus causas. Hacer eso equivale a no buscarle ni encontrarle remedio. Los cambios sociales revolucionarios de los dos últimos siglos no hicieron disminuir la criminalidad, sino que en mucho casos la aumentaron al añadirle crímenes políticos que, en una perspectiva criminológica social, son aceptables, al no haber instancia ética superior a la sociedad misma. Cuando ésta degenera en una criatura del poder político, la represión es inapelable. Cuando, por el otro lado, prima en la sociedad la permisividad, no se puede fijar más parámetro criminológico que la amenaza políticamente definida –igual que en las dictaduras totalitarias- a determinados intereses que el Estado protege. No resta vestigio alguno de culpabilidad ética ni psicológica ni en un caso ni en el otro. En ambos tipos de sociedad es perfectamente pensable y aceptable que el paso de unos años haga impunes conductas que costaron la vida o la libertad a quienes antes las siguieron.

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