Cómo funciona el espíritu: el egocentrismo no deja centrarse en uno mismo

Teresa Barro


 

El temor a caer en el egocentrismo o en el egoísmo ha llevado quizá a que no se entienda bien que cada mujer y cada hombre tienen que encontrar su propio centro y aprender a usarlo como fuente de creatividad.


 

Centrarse en eso que llamamos el ego no deja encontrar el propio centro. Cuando actuamos con egocentrismo, el centro de nuestra actuación está fuera de nosotros. Lo que queremos es que los demás, uno a uno o la sociedad en general, nos den importancia y nos admiren, de ahí el orgullo y la vanidad que acompañan a esa actuación, pero así no alejamos precisamente de nuestro propio centro. La conducta egocéntrica lleva a descentrarse cada vez más y a perder el dominio de la propia vida, que es a lo que hay que aspirar.


 

Para encontrar el propio centro es esencial admitir que hay algo más importante que nosotros, a lo que hay que ser fiel y cuyas leyes hay que obedecer, que es el espíritu, y hay que aprender a incorporarse a ese espíritu con amor, amando la belleza, armonía y verdad que supone. Cuando alguien que se dedica a la música, por ejemplo, ya sea cantante, director de orquesta, instrumentista o compositor, no ama más que a sí mismo esa realidad elevada y universal que es la música, es decir el espíritu, y no se esfuerza por serle fiel y agrandarla en vez de forzarla para ponerla al servicio propio, se aleja de la fuente de su creatividad y, al traicionar a la música, se traiciona a sí mismo y no cumple su potencial como debiera.


 

El centro de uno mismo pasa por el corazón o está quizá en él, pero, para que ese centro se active y de él emane creatividad, tiene que estar bien cultivado y haber aprendido a amar lo bueno, y eso no se puede hacer sin un largo aprendizaje en el que todas las facultades, intelectuales, emocionales y morales, estén bien pulidas, se pongan a punto y sean capaces de funcionar con inteligencia y bondad. Actuar desde el propio centro lleva a la creatividad de todo género y, por lo tanto, a la satisfacción y al contento, mientras que actuar centrándose en el ego, esto es, en los demás, anula la creatividad y lleva al fracaso interior y al descentramiento y, por lo mismo, al descontento.

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